- Los incidentes protagonizados el pasado sábado por hinchas viñamarinos y rancagüinos, que respondieron a la provocación, arrastra una larga historia de hechos delictuales.
A comienzos de los años 90’ O’Higgins enfrentaba a Colo Colo en Rancagua. El estadio El Teniente era una verdadera fiesta, en donde los sectores claramente definidos alentaban con sus mejores cánticos a sus respectivos equipos. Sin embargo antes de iniciado el partido, miembros de la Garra Blanca hicieron un forado en una de las rejas del sector norte entrando a la cancha a robar lienzos de la hasta ese momento apacible parcialidad rancagüina.Ante la pasividad de carabineros, que al igual que en Viña del Mar no reaccionó a tiempo, la fanaticada celeste imitando a la barra brava del equipo santiaguino, entró a la cancha desatándose una verdadera batalla campal, que se extendió por varios minutos. Fue la primera escena de violencia que se vio en la histórica ciudad.Según antropólogos y sociólogos que han estudiado el fenómeno, la violencia siempre ha existido en el fútbol. No obstante ésta se incrementó a comienzos de los sesenta con la aparición de los Hooligans ingleses, que en los años ochenta convirtieron los estadios en verdaderos campos de muerte. EN CHILENo tardó para que el fenómeno fuera imitado en Sudamérica. En especial, Argentina, Brasil y Colombia. Que llegara a Chile era sólo cuestión de tiempo. Y sucedió, principalmente, según decenas de estudios, por una cuestión política. No tardó en aparecer Los de Abajo, primera barra brava del país, que fue seguida por la Garra Blanca, que protagonizó los primeros incidentes delictuales en un estadio de fútbol en Chile.
En 1994, cuando se jugaba la Copa Chile, el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle vio con sus propios ojos cómo la Garra Blanca hacía pedazos la cabecera norte del estadio Nacional. Y en 1995, Los de Abajo tomaron su venganza desmembrando el codo sur del Monumental.Rancagua sufrió constantemente los ataques de estos mal llamados hinchas. Constantes quemas de tablones, destrucción del estadio, asaltos y golpizas a la gente de O’Higgins eran parte del escenario que acontecía cada vez que los denominados “grandes” visitaban la histórica ciudad. Incluso Los de Abajo destrozaron en más de una oportunidad el metrotren.
LA FORTALEZA
El fenómeno de las barras bravas se extendió al resto de los clubes. Fue así como surgió la extinta y ya mítica Fortaleza Celeste, que en su afán de hacer respetar su condición de local cayó en verdaderos exabruptos, protagonizando serios incidentes en algunos reductos del país. La Cisterna, fue uno de los estadios que sufrió una visita no grata.Desde ahí hasta acá hechos aislados y divisiones internas han marcado la historia de las actuales fanaticadas rancagüinas. La Trinchera Celeste y Los Celestes, tienen una serie de encuentros personales, principalmente, por diferencias de opiniones que han provocado enfrentamientos en más de una oportunidad. Todo observado desde lejos, por El Arca de Noé, grupo de la tercera edad, herederos del Clan Celestin. Para entender el funcionamiento y la motivación de estas barras, también sus desencuentros se necesitan más paginas. Lo único cierto es que aún se recuerdan lamentables incidentes internos en Concepción, Chillan y hasta el mismo El Teniente, que no igualan a lo acontecido en El Monumental (agresiones con arma blanca entre dos lideres) y San Carlos (misma situación), pero que tampoco está tan lejos. En la vereda opuesta están los balazos disparados por hinchas albos al bus de la barra celeste, misma situación sufrida en Coquimbo. Y la violenta visita de los “Punzers”, parcialidad de Santiago Wanderers a Rancagua, que entró violentamente a la cancha, entre otras.También es cierto que en la violencia que se ha apoderado de las gradas inciden una serie de factores, que si bien no justifican los actos delictivos, permiten entenderla desde un punto de vista del hincha, tales como la excitación de la hinchada; ya que para los barrista existen partidos de mayor convocatoria y rivales clásicos que generan reacciones distintas que en otros encuentros; y gatilladores de violencia como; cobros injustos por los árbitros, la barra contraria, la represión, el mal juego de su propios jugadores y la excesiva provocación en la que muchas veces cae carabineros.
Además existen casos en que todos estos factores se juntan y acontece lo que ocurrió el sábado en Viña y que tiene al tema en las portadas de la prensa internacional. Una mala planificación de carabineros que no debió dejar por ningún motivo a las barras juntas, una historia pasada entre las dos fanaticadas, incrementada por “ciberataques”, los piedrazos a Jaime Riveros, un jugador con pasado celeste; una vez más la tardía e ineficiente actuar de la fuerza publica, que dejó que los hinchas viñamarinos agredieran a la parcialidad rancagüina y la respuesta casi obligada, pero no justificada de estos, que respondieron a la violencia con más violencia.
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